El 16 de marzo del 2009, mientras en París sucedía el Salón del Libro dedicado a México, tuvo lugar una de las más conmovedoras manifestaciones públicas. Ese día por la noche, en el Centro Georges Pompidou de París, el escritor y periodista Xavier Houssin presentó a Alberto RUY SANCHEZ. Es el foro donde una semana antes se presentó a Phillipe Solllers y por donde pasó Borges entrevistado por Roger Caillois y Severo sarduy conversaba con Italo Calvino. Houssin escribió después en su blog estas dos notas, una del mismo día y otra del día siguiente. Las traduzco del original que puse más abajo:
Miércoles 16 de marzo. 16.10 hs
Terminé mis notas para el encuentro que voy a tener esta noche con Alberto Ruy-Sánchez. Ya elegí los extractos de su textos que voy a citar. Pasé en limpio mis notas. Francine, la coordinadora de conferencias en el Centro Pompidou quería que invitáramos a Carlos Fuentes. Logré convencerla de que no era lo mejor. Fuentes no es más que "una figura institucional" de la literatura mexicana y yo no tengo en realidad gran cosa que preguntarle. Y tampoco estoy seguro de que él tenga algo que decirnos. El debate se nos hubiera congelado. Hace ya algún tiempo que Pascal me había hecho descubrir los libros de Ruy-Sánchez. Ella publicó en Le Rocher Los nombres del aire, su primer libro traducido al francés por Gabriel Iaculli, inicio de un fresco o de un ciclo sobre Mogador, ciudad de sal y de sueños. Reinventada, reconstruida como un arabesco. Con él esta ciudad se convierte en un laberinto de los sentidos. Cada página está impregnada de una poesía carnal e inquietante. ¿Lejos de México? Padójicamente es lo contrario: de un lado y otro del oceáno esas tierras son como un espejo. La misma agua y la misma arena.
Amélie vino a buscarme para comer juntos. Fuimos a comprar unas fichas bristol para mis preguntas. Necesito escribirlas y pasarlas en limpio porque si no estoy perdido. Mis ideas se dispersan, me abandonan y estoy frito.
Jueves 17 de marzo. 1h30
Muchísisma gente en el Beaubourg. El debate se prolongó mucho más allá del límite previsto. Yo no conocía a Alberto Ruy-Sánchez. Apenas y nos vimos en el Salón el sábado. Y aunque no preparamos nada previamente, bastaron unas cuantas preguntas breves para entrar cálidamente en contacto para viajar por su universo: un Todo asombroso donde se mezclan la predestinación, la fidelidad a la infancia, los ímpetus creativos, las sensaciones. Vocación de escritor. Cada vez que lo pienso me doy cuenta ... Las historias se escriben en el eco de similitudes y singularidades. El habló de sus primeros años en el desierto de Sonora, de su abuela fantasmagórica que llevaba la vida con un ímpetu barroco, sus obsesiones religiosas, su juventud en París. Y después, Mogador, su territorio sensible. Ser siempre el mismo no hace avanzar. En ese juego incesante de espejos desplazados que vivimos el sentido de todas las cosas se transforma a cada instante; flotamos continuamente como peces en el humor cambiante de los otros, habitamos las mentes alteradas, los sueños de quienes nos detestan o nos desean. Todo cambia, cada noche, en los silencios opacos que nos ligan unos a los otros.
El público, cautivo y cautivado, lo escuchaba con una estremecedora atención. Fue un momento muy bello.
Después del encuentro Francine nos llevó a cenar. estaban Alberto, Margarita su mujer, Amelie y yo y un puñado de amigos. Así pudimos seguir tejiendo la noche. Pequeños nudos de existencia y grandes puntos compartidos. Abrazos y besos. Prometimos volvernos a ver. En México primero. ¿Pero cuándo? Ya nos escribiremos...